El proyecto se origina en la identificación de comunidades que sufren de pobreza energética, como Hostotipaquillo, Amacueca y San Cristóbal de la Barranca, en Jalisco. La conexión entre la energía y el agua se presenta como un desafío, especialmente en contextos donde el suministro de energía es insuficiente o costoso. La importancia del proyecto radica en abordar esta problemática a través de tecnologías de microrredes y estrategias de gestión eficientes. En el contexto de pandemia, la pobreza energética se acentuó, subrayando la necesidad de modelos energéticos más equitativos y sostenibles. Este proyecto propone soluciones integrales para mejorar la distribución de la energía y empoderar a las comunidades mediante un enfoque colaborativo y replicable.