Autor
Dra. María Elena Álvarez-Buylla Roces
Cargo
Directora General del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías
Fecha
9 de mayo de 2019
Buenos días, licenciado Marcelo Ebrard Casaubón, secretario de Relaciones Exteriores; señor Pierre Alarie, embajador de Canadá en México; doctor Enrique Graue Wiechers, rector de la UNAM; doctor José Antonio Seade Kuri, director del Instituto de Matemáticas y a todos los demás integrantes del presídium.
Me siento muy honrada de estar con todos ustedes en esa mesa, en este año en que se cumple el 75 aniversario de las relaciones entre México y Canadá. Podríamos celebrar tantas coincidencias entre los dos países: la preocupación por el medio ambiente y los derechos humanos, el desarrollo de las humanidades, así como el diálogo entre sus comunidades académicas, pero quisiera enfocarme en los temas de este foro: la cooperación binacional entre México y Canadá y el nexo entre la academia y las empresas en los temas de ciencia, tecnología, equidad y de desarrollo y permítanme agregar la innovación, sin duda alguna, pilar de la ciencia aplicada, un tema que nos ocupa de manera esencial en el nuevo Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.
La cooperación en temas de educación, cultura, ciencia, tecnología y desarrollo no es nueva entre México y Canadá en el marco de nuestra alianza, se han desarrollado programas de colaboración, presentaciones educativas, centros de investigación, empresas y agencias gubernamentales para que, bajo distintos esquemas de apoyo, estudiantes, artistas, profesores, investigadores y profesionales, tanto de Canadá como de México, estudien, realicen investigaciones o completen periodos de estudio, estancias y residencias de trabajo en otro país.
Así, tenemos el Foro Bilateral sobre Educación Superior, Innovación en Investigación con Canadá, la iniciativa Proyecto 10.000, el Fondo Sectorial de Hidrocarburos en el Conacyt, los grupos de trabajo de capital humano y de omercio, inversión e innovación de la Alianza México-Canadá. Además de estos, según datos de la Secretaría de Relaciones Exteriores, se han reportado desde el 2015, 64 acuerdos de colaboración firmados entre instituciones de educación superior y asociaciones, universidades y centros de investigación de ambos países.
Nuestras sociedades no pueden prescindir del desarrollo científico y tecnológico; es desde ahí que el gobierno de México ha asignado la transversalidad de las ciencias, las tecnologías y la innovación en el Plan Nacional de Desarrollo 2019 2024, que previamente, debatido con la comunidad científica y consultado por la sociedad, veremos reflejado en el programa Especial de Ciencia, Tecnología e Innovación 2019-2024 en los próximos meses.
En ese sentido, el nuevo Conacyt está convencido de que la cooperación internacional, el intercambio de experiencias y la suma de esfuerzos son fundamentales para solucionar los problemas de escala global que compartimos ambas naciones, entre ellos menciono algunos: la sostenibilidad de comunidades y ciudades, la transición energética y el cambio climático que desde la agenda 2030 nos compromete como sociedad, como científicos y como gobiernos a emprender políticas públicas y acciones decisivas desde la ciencia pública para cambiar las ideas de progreso y crecimiento por las de desarrollo y sostenibilidad. En este sentido, de cooperación que nos hemos propuesto ampliar, establecer convenios para generar sinergias; estamos apostando al desarrollo de ciencia de frontera con una visión de largo plazo y criterios claros para contribuir al avance del conocimiento en beneficio de la sociedad y del cuidado del ambiente.
Esto abre oportunidades para el desarrollo de industrias nacionales, con base en tecnologías de punta amigables con el entorno, para entender, prevenir y solucionar problemas nacionales, regionales y también mundiales. Asimismo, estamos conscientes de la importancia que tiene la vinculación del sector científico y del desarrollo de tecnologías con el sector productivo nacional e internacional. Buscamos que los conocimientos e investigaciones se traduzcan en mejoras concretas que aporten soluciones sistémicas e innovadoras y que siempre estén guiadas por el bienestar social y el cuidado del ambiente.
Por ello, estamos creando un modelo de ciencia pública comprometida cabalmente con la sociedad y el ambiente, que sea eficiente y competitiva a nivel mundial, pues sólo mediante una distribución equitativa de la riqueza orientada a la justicia social, podremos alcanzar el bienestar social con un desarrollo equilibrado y sostenible, como se estipula en el Plan Nacional de Desarrollo de la nación mexicana.
En ese mismo sentido, actualmente trabajamos para reformar fondos y programas dirigidos a empresas y al desarrollo y transferencia de tecnología, no para desaparecerlos, sino para hacerlos más eficientes e inclusivos, para que más regiones, investigadores y empresas se puedan beneficiar de estos estímulos que pueden traducirse en soluciones concretas para la vida de las y los mexicanos.
Podemos pensar diferente, pero hay que pensar juntos; así se construye la comunidad con generosidad y escucha genuinas, como las bases del encuentro, la reciprocidad, el diálogo, la cooperación. No hay mayor empresa que la de nuestro proyecto de humanidad.
Las dificultades de nuestros tiempos, su emergentismo, imponen un reto permanente al conocimiento y a la imaginación, pues exige que encontremos nuevas formas de instrumentar soluciones colectivas desde la diversidad y la interculturalidad, que es fundamental para ambas naciones.
Hace tiempo, Carl Sagan, el enorme astrofísico y divulgador de la ciencia, dijo: “en algún lugar algo increíble que está esperando a ser descubierto”. México se congratula de poder buscar ese algo increíble con un amigo como Canadá.
Muchísimas gracias.