Autor
Dra. María Elena Álvarez-Buylla Roces
Cargo
Directora General del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías
Fecha
29 de septiembre del 2023
Es un gran honor y siempre un compromiso estar frente al pueblo de México, a quien nos debemos. Soy portadora de una buena noticia que es que este primer gobierno de la Cuarta Transformación trabaja decididamente por una transformación de la vida pública a favor de los intereses del pueblo de México, de la vida, de nuestro sustento y también de nuestro porvenir.
Por tal motivo, nos reunimos aquí junto con la Secretaría de Cultura, la Secretaría de Medio Ambiente, la Consejería Jurídica, subsecretarios, directores, directoras y, sobre todo, las personas que hacen realidad y posible la defensa de nuestra soberanía nacional, porque como bien dice esta transformada consigna: “Sin campesinos, sin agua y sin maíz, no hay país”.
Y como nos debemos a los valores que ustedes defienden y que nos mandatan a defender, este es un evento de fiesta y de alegría, porque se defiende la soberanía nacional; una soberanía que nadie, nos podrá quitar. No hay tratado internacional, no hay país extranjero, no hay nada que pueda robarle la soberanía y la dignidad a un pueblo.
Con la frente en alto y desde lo que nos toca hacer con humildad, compromiso, y con todo el corazón, que es el quehacer humanístico, científico y tecnológico, a favor del pueblo de México, ratificamos la evidencia científica que, además ha sido reconocida a nivel mundial y que sustenta la defensa del decreto presidencial para impedir que los maíces transgénicos y sus agrotóxicos asociados, como el glifosato, no lleguen a nuestros campos de cultivo de las comunidades campesinas, a nuestras mesas, a nuestros cuerpos y con ello afecten nuestra salud, nuestra soberanía y destruya nuestra cultura.
Este decreto está sustentado irrefutablemente por evidencia científica que demuestra que estos transgénicos que vienen asociados con estos agrotóxicos producen grandes daños a la salud, a nuestra riqueza biocultural, a nuestros suelos, a nuestro aire, a nuestros cuerpos de agua y por lo tanto no los queremos.
Tampoco los quieren los consumidores europeos y americanos, pero es la fuerza de las transnacionales, unida con algunos y algunas científicas que también fueron cooptados, a favor de estos intereses y que abandonaron lo que nos debe guiar como científicas y científicos, que es la honestidad intelectual, han querido hacernos creer que esos transgénicos son la modernidad y prometen soluciones, pero hay destrucciones y afectaciones que pueden no tener remedio.
Afortunadamente campañas como “Sin Maíz, No hay País”, las colectividades de campesinas, de campesinos, la Red en defensa del maíz, los científicos y científicas comprometidos con la sociedad lograron detener esta avanzada de los transgénicos y actualmente la gran mayoría de nuestros campos de cultivo de las comunidades campesinas están libres de transgénicos, es decir, la totalidad de nuestra agrobiodiversidad, de nuestra riqueza biocultural no tiene transgénicos y así permanecerá.
Aunque estos transgénicos y tóxicos han logrado permear en toda la comida chatarra y en nuestras tortillas, se cumplirá lo mandatado en el Decreto Presidencial: “No al maíz transgénico en nuestros campos, no al maíz transgénico y al glifosato en nuestras tortillas y en ninguno de los alimentos que contengan maíz”.
Así permanecerá porque no solamente están los decretos, ahora están también existen leyes y, sobre todo, estamos todas y todos, el pueblo de México que va a defender su dignidad y la soberanía y por eso les pregunto: ¿vamos a permitir que las grandes transnacionales del mundo destruyan nuestra base alimentaria? ¿vamos a permitir los transgénicos en nuestras tortillas? ¿vamos a permitir el glifosato en nuestros cuerpos? ¿vamos a defender con el corazón con el cuerpo y con el alma nuestra soberanía?
¡Que viva el maíz!
¡Que vivan las campesinas, los campesinos!
¡Que Viva México!
Muchas gracias.