En México, el sector transporte es el de mayor consumo energético (42.8%). De toda la energía que se utiliza, la mayor parte corresponde al autotransporte (90%); y los combustibles más empleados son gasolinas y naftas (75.3%). No obstante, la producción de combustibles fósiles se encuentra en su etapa natural de declive a nivel global, y además tiene impactos negativos para la salud pública y para los esfuerzos de mitigación del cambio climático. En este contexto, debemos transitar hacia un modelo justo y sustentable de movilidad. Por ello, se recomienda: (1) limitar el uso de vehículos particulares; (2) priorizar el establecimiento de un sistema de transporte público electrificado de calidad; (3) implementar esquemas de reducción, planeación y gestión integral de los traslados; (4) promover la sustitución de traslados con centros de estudio y de trabajo a distancia; (5) desarrollar subcentros y/o otras innovaciones de distribución y logística para la entrega de paquetería ligera; y (6) crear programas y políticas públicas para fortalecer propuestas concretas.