La Dra. María Elena Álvarez-Buylla Roces, inauguró el ciclo de webinarios “Los plaguicidas en México: realidad y perspectivas”, organizados por el Conacyt.
Autor
Dra. María Elena Álvarez-Buylla Roces
Cargo
Directora General del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología
Fecha
20 de abril del 2022
Buenas tardes a todas y a todos.
Es motivo de celebración para el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología el que podamos llevar a cabo estos webinarios tan importantes, en particular este ciclo de webinarios científicos dedicados al análisis crítico, riguroso y honesto de temas como el que hoy nos ocupa; un tema que tiene un impacto profundo en la salud humana, animal y también en el ambiente: los plaguicidas en México, en nuestro país.
Antes de continuar, quiero saludar y agradecer profundamente la presencia y colaboración en este webinario a las y los distinguidos colegas que hoy nos acompañan, pero que además han coordinado este esfuerzo.
En particular el:
- Dr. Andrés Barreda, coordinador del Pronaces Agentes Tóxicos y Procesos Contaminantes del Conejo Nacional de Ciencia y tecnología.
- Dra. Yael Ivette Bernal Hernández, investigadora de la Universidad Autónoma de Nayarit.
- Dr. Fernando Bejarano González de la Red de Acción sobre Plaguicidas y Alternativas en México.
- Dra. Aurora Elizabeth Rojas de la Universidad Autónoma de Nayarit.
Buenas tardes doctores y de manera muy especial envío un saludo y un abrazo muy fraterno y con toda mi admiración por su gran trayectoria y guía en esta área y otras relativas a la toxicidad ambiental y sus impactos en salud, a la Dra. Lilia Albert, a quien además rendiremos un merecido y sencillo homenaje este día.
También mi gratitud para el público que nos sigue esta tarde en esta transmisión, a través de los medios digitales, y que forman parte de esta comunidad de aprendizaje de reflexión crítica tan importante que llevamos a cabo desde el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología.
Desde el inicio de la presente administración, a partir del 1 de diciembre del 2018, quedó establecido que una de las agendas prioritarias de investigación e incidencia que apoyaríamos de manera contundente desde el Conacyt era, dentro de uno de los 10 Programas Nacionales Estratégicos, justamente el tema de los agentes tóxicos y los procesos contaminantes.
Con los 10 Programas Nacionales Estratégicos buscamos el entendimiento y la búsqueda de alternativas que contribuyan en la solución de grandes desafíos que tenemos en el país, en donde se puede y debe intervenir desde la comunidad nacional de humanidades, ciencias, tecnologías e innovación, para
poder coadyuvar en la atención de las metas implicadas en estos grandes temas. Este tema de sustancias tóxicas y contaminantes no solamente del agua, del suelo, del aire, deriva en problemáticas muy graves de salud pública y también podríamos hablar de seguridad nacional.
No podemos enfrentar el tema de los grandes retos de salud, si no entendemos sus causas y, desgraciadamente, muchas de ellas están asociadas al sistema imperante durante todos estos
años atrás y que es muy difícil de desenraizar del desarrollo totalmente destructivo y carente de visión a favor de la salud, destructivo del ambiente y carente de visión de conservación del estado de salud de las poblaciones.
En estos tres años hemos trabajado intensamente en la integración de equipos colaborativos capaces de articular de manera novedosa el trabajo científico, involucrando a las instituciones de educación superior, desde luego, pero también a organizaciones de base comunitaria, sociales y civiles, así como distintas dependencias públicas, con la finalidad de identificar, conocer y generar alternativas para solucionar los problemas asociados a la exposición a los agentes tóxicos y a estos procesos contaminantes, buscando
promover políticas públicas y acciones sustantivas que impulsen el mejoramiento de la calidad de vida, el bienestar de las comunidades y la salud de los ecosistemas.
Los plaguicidas son una de las sustancias tóxicas más peligrosas a las que estamos expuestas y expuestos de manera cotidiana, muchas veces sin saberlo, ignorando que la mayoría de los alimentos que consumimos están impregnados de tóxicos, esto es, de venenos que tienen efectos adversos
en el organismo, dejando muchas veces secuelas irreversibles en la salud y derivando en enfermedades graves; todo esto hay que conocerlo para poderlo resolver.
La alta peligrosidad de los plaguicidas ha obligado a muchos gobiernos en el mundo entero a prohibir su uso, conscientes de las consecuencias funestas para el planeta y para la humanidad; sin embargo, muchos plaguicidas aún son de uso cotidiano e irresponsable en el país, por lo que es urgente
documentar con investigación científica rigurosa basada en evidencia sólida su presencia en los cultivos y alimentos, en el entorno ambiental, así como sus efectos inmediatos y a largo plazo; y también es indispensable promover una mayor regulación normativa basada en evidencia científica del uso de
plaguicidas en México, y por supuesto una mayor conciencia pública de la presencia y los posibles impactos no deseados de estas sustancias.
Afortunadamente, estamos avanzando. El gobierno de la Cuarta Transformación dio un paso decidido y valiente en beneficio de la salud del pueblo de México y del ambiente el 31 de diciembre del 2020 al emitir el decreto para sustituir gradualmente el uso, adquisición, distribución, promoción e importación del glifosato, en donde se mandata justamente al Conacyt a la búsqueda de alternativas sostenibles y
culturalmente pertinentes, que permitan mantener la producción agrícola y resulten seguras para la salud humana, la diversidad biocultural del país y el ambiente en general.
La eliminación gradual del glifosato en nuestros alimentos, en la agricultura, usado sobre todo en la siembra de alimentos transgénicos, es un paso significativo, necesario y crucial. Sin embargo, en México siguen en uso y son permitidos más de 300 tipos de insecticidas, fungicidas y herbicidas; de los cuales 183 son reconocidos como altamente peligrosos.
En algunas entidades del país, como Sonora, Sinaloa y Durango, los congresos locales han comenzado a reconocer los riesgos por el uso de plaguicidas y se han establecido algunas prohibiciones. Sin embargo, sigue habiendo resistencias, sobre todo en las organizaciones que lucran con la comercialización de estas sustancias tóxicas, evadiendo su responsabilidad moral con la salud de las y los mexicanos y con el ambiente.
En este ciclo de webinarios organizados por el Conacyt y denominados “Los Plaguicidas en México, realidad y perspectivas” hemos convocado y reunido a algunos de los mayores expertos, cuyo trabajo es referencia nacional e internacional; científicas y científicos honestos y profundamente comprometidos con la investigación de los plaguicidas, que se involucran en las comunidades campesinas afectadas y que, además, buscan no solo quedarse en el conocimiento, sino en cómo usarlo para incidir virtuosamente a favor de soluciones.
A todas y todos les adelanto mi mayor gratitud por participar en estos webinarios del Conacyt y compartir con el pueblo de México su conocimiento y que, sin duda, ello dará visibilidad al problema del uso de plaguicidas tóxicos en México, sensibilizando a la población y abriendo la puerta para el acceso
al conocimiento que existe en este campo de investigación.
De manera especial y fraterna, en este webinario rendimos un merecido y justo homenaje a una mujer destacadísima en México, ejemplo de virtud científica y humana, por su amplia trayectoria como investigadora y por su entrega y lucha comprometida, ética y honesta con el estudio de los plaguicidas
en nuestro país. Me refiero como, ya lo hacía al inicio de estas palabras, a la pionera investigadora de la toxicología en México, nuestra querida y admirada Dra. Lilia Albert.
La Dra. Albert ha enfrentado múltiples desafíos a lo largo de su carrera científica, pues fue la primera mujer y además la primera científica que alertó sobre la presencia de sustancias muy peligrosas en la agricultura mexicana, como el llamado DDT, que le costaron momentos de acoso, presión política y
exclusión de grupos académicos, pues incluso llegaron a cerrar sus laboratorios.
Pese a la adversidad, la Dra. Lilia Albert no claudicó en su compromiso con la ciencia y en la lucha social para que la investigación sirva a las mejores causas. Además, ha acompañado a las comunidades campesinas y ha sido testigo de los estragos sociales, sanitarios y ambientales causados por los
plaguicidas y por las expulsiones industriales tóxicas.
Pese a todos los obstáculos que encontró en el camino por haber denunciado con pruebas científicas el uso de estos venenos, entre 1992 y 1995 la Dra. Lilia Albert fue nombrada vicepresidenta de la Asociación Latinoamericana de Toxicología (Alatox) y, en 1994, en compañía de otras colegas, fundó la Sociedad Mexicana de Toxicología.
De 1996 a 2009, formó parte del consejo de la revista “Reviews of Environmental Contamination and Toxicology”, “Revisiones acerca de la contaminación y toxicología”, en español. Ha sido condecorada con la Medalla al Mérito Académico “30 años de la Alatox” de esta Asociación Latinoamericana de Toxicología, que se entrega en 1988 a los treinta toxicólogos más destacados de América Latina. También ha recibido la Medalla al Mérito “Universidad Veracruzana, 2014” y el Premio “Juchimán de Plata 2015”, en ecología y medio ambiente, otorgado por la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco.
Dra. Albert, es para mí un gran honor rendir este sencillo, pero profundo y significativo reconocimiento a su gran labor con el que agradecemos de corazón su ejemplo, su valentía y honestidad científica, los cuales han contribuido al cuidado de la salud, del ambiente y la riqueza biocultural de nuestra patria y
marca una pauta indeleble para las jóvenes generaciones que, desde el quehacer humanístico, científico, tecnológico y también de verdadera innovación, se comprometen con la sociedad y con el ambiente, con una clara guía ética y humanística.
Un gran abrazo. Toda mi gratitud y muchas felicidades por toda su trayectoria.
Muchas gracias.