Por lo general, las políticas culturales han seguido el vaivén de los cambios administrativos sexenales. De hecho, esa ha sido una de las fuertes críticas que manifiesta el sector cultural, ya que no se ha logrado consolidar un modelo de gestión en el que los diversos actores coordinen sus labores y actividades de manera eficaz.

Éste es uno de los mayores retos para diseñar un proyecto de promoción lectora que tenga la capacidad de permanecer más allá de las temporalidades administrativas o de partidos políticos. Por ello, es necesario adaptarse constantemente a los programas y las actividades que resulten adecuadas para la promoción de la lectura en un Estado complejo tanto a nivel territorial como demográfico.

De allí que el esfuerzo por buscar soluciones frente al problema del déficit de lectura y acceso al libro deba realizarse en poblaciones con este tipo de complejidad, para así identificar puntos de contradicción que impiden la construcción de una alfabetización plena.