Richard Lewontin: Antirreduccionismo y Ciencia para la Gente

ABRIL VÁZQUEZ DE LOS REYES
Instituto de Historia de la Ciencia,
Universidad Autónoma de Barcelona

DANIEL PIÑERO
Instituto de Ecología,
Universidad Nacional Autónoma de México

Portada de la revista Science for the People Magazine del año 1971. Tomada de: Brick, S., Cascante, R., Cavrak, S., Fischer, B., Handke, J., Meier, C., Moore, J., Pierce, G., Strasser, J. (Eds.) (1971). Science for the People Magazine, 3(4). 
 
Portada de la revista Science for the People Magazine del año 1972. Tomada de: Cascante, R., Moore, J., Winner, J., Wisniewski, J., Wolf, R., y Wolff, B. (Eds.) (1972). Science for the People Magazine, 4(1).

El recientemente fallecido genetista y evolucionista, Richard Lewontin, tuvo una trayectoria notable. Se involucró en los más importantes debates —tanto en los científicos, como en los éticos, sociales y políticos— de la genética y la biología evolutiva del siglo xx y de lo que va del xxi. Por esta razón, revisar su trayectoria como científico es repasar también estos debates, frente a los cuales Lewontin mantuvo una postura antirreduccionista. Aquí abordaremos sólo algunos de ellos, los que consideramos que retratan con mayor nitidez su postura de científico y humanista.

Lewontin frente al reduccionismo: Los árboles no dejan ver el bosque.

Cuando hablamos de reduccionismo nos referimos a un tipo de explicación con la cual se aspira a dar cuenta de las propiedades del todo solamente a través de sus partes. Por ejemplo: pretender comprender una célula a través de las moléculas que la constituyen o un organismo a partir de los tejidos que lo conforman, o bien una comunidad sólo a partir de sus individuos.

A la fecha, en la biología se debate sobre la pertinencia de las explicaciones reduccionistas: mientras que, por un lado, se sostiene que un proceso puede entenderse con mayor profundidad si se reduce a su nivel de organización más simple (reduccionismo); por otra parte, hay quienes consideran que el todo no puede reducirse a sus partes. Quienes sostienen esta última postura antirreduccionista no se oponen al estudio detallado y profundo de las partes, pero insisten en la importancia de siempre volver a la visión de conjunto.

Esta era la postura de Lewontin, la cual se hace patente en sus críticas al determinismo genético (dg) o a lo que llamó, de la mano de Stephen Jay Gould, el programa adaptacionista (pa). Veamos brevemente en qué consisten.

En el primer caso, Lewontin cuestiona seriamente la insistencia de explicar todos los rasgos biológicos y comportamentales del ser humano con base en los genes. En el caso del pa, la reducción consiste en pretender explicar el todo a partir de un único mecanismo evolutivo; es decir, la adaptación a partir de la selección natural (sn) como la causa principal o única de las formas, funciones y comportamientos de todo lo vivo. Lewontin y Gould reconocen el papel irrenunciable de la sn en la producción de adaptación y en el proceso evolutivo en general, pero les parece importante atender otros mecanismos evolutivos y considerar que el origen de funciones, formas y comportamientos puede no ser siempre adaptativo.

Lewontin abordó otros debates también, por ejemplo: si los genes son la unidad sobre la que actúa la sn o si el comportamiento humano puede ser explicado evolutivamente, además de su intervención decisiva en la discusión sobre la existencia de razas en los humanos.

Las polémicas en las que participó, como ya decíamos al principio, no se limitaron a la biología y a la relación de ésta con la sociedad, sino que se extendieron a toda la ciencia como actividad dentro de una sociedad concreta: a la ética de la ciencia, a su política y a sus relaciones con el poder político y militar.

Ciencia para la Gente

Ciencia para la Gente es el título de la revista en la que, en 1971, Lewontin explicó las razones por las cuales había renunciado a la Academia Nacional de Ciencias (nas, por sus siglas en inglés).

En 1970, después de haber sido miembro de la nas por 2 años, Lewontin solicitó que no se establecieran contratos en los que la investigación fuera secreta. Se refería específicamente a la investigación militar confidencial que se llevaba a cabo con el aval de la Academia. Su petición fue rechazada. Al año siguiente, en 1971, de acuerdo a un reporte de la nas, firmado por Barbara Cullins, Lewontin modificó su petición: esta vez pedía que toda la investigación clasificada se rechazara si sus resultados finales no estaban disponibles para los miembros de la Academia que requirieran consultarla. Su petición fue rechazada por segunda vez y entonces presentó su renuncia definitiva.

La ciencia que ganó la guerra

Al hablar de la Segunda Guerra Mundial, es un lugar común afirmar que «la ciencia ganó la guerra», lo cual ilustra el fuerte vínculo que se ha establecido entre la ciencia y lo militar; vínculo que, en realidad, se estrechó desde la Primera Guerra Mundial, cuando las universidades estadounidenses ajustaron sus programas de investigación en química hacia la producción de armas químicas. En 1971, este vínculo continuaba siendo capital para los conflictos bélicos en los que participaba Estados Unidos en el contexto de la Guerra Fría, descollando entre ellos la Guerra de Vietnam.

Así, Lewontin cuestionaba que hubiera un mecanismo legal y legítimo mediante el cual la comunidad científica avalaba, sin plena consciencia de ello, una investigación científica que estaba sirviendo para someter y destruir países y población civil. Exigía que, por lo menos, al permitir conocer los resultados finales de las investigaciones, hubiera un mecanismo que abriera la posibilidad de discutir las implicaciones éticas y sociales de la investigación científica que se estaba llevando y que se llevaría a cabo. En 1972, la nas aplicó un mecanismo parecido al que proponía Lewontin en su segunda petición. Sería interesante saber si desde entonces algún miembro activo de la academia ha solicitado conocer los resultados de las investigaciones secretas que la nas avala.

Al cuestionar el porqué y el para quién de la ciencia, Lewontin apelaba al sentido de responsabilidad social de los científicos. Al publicar su posicionamiento en Ciencia para la Gente, convocaba implícitamente a los ciudadanos a tomar su responsabilidad social, a involucrarse en la actividad científica, sin necesidad de volverse expertos, pero sí de conocer los contenidos y objetivos de las agendas científicas para poder incidir en la determinación de las prioridades de investigación hecha con recursos públicos.

Este debate sigue vigente y es muy necesario que la política científica se democratice. Que las decisiones sobre las prioridades de investigación se tomen teniendo en cuenta las necesidades de la sociedad en su conjunto, a la vez que se impulse investigación en áreas y temas que, aunque no puedan traducirse en una aplicación práctica inmediata, vayan profundizando nuestro conocimiento del mundo en el que vivimos. Esto implica, por un lado, que las decisiones no se tomen unilateralmente por gobiernos ni tampoco por corporaciones privadas y, por el otro, la revisión de las relaciones ciencia-industria, ciencia-ejército, ciencia-sociedad. Además, como proponía Lewontin, que se dé un verdadero diálogo en la comunidad científica.

El biólogo dialéctico

En su obituario sobre Lewontin, el historiador Michael R. Dietrich cuenta que cuando le preguntó, en una entrevista que le realizó en 1997, de qué modo debía escribir sobre su vida, éste dijo que escribiera acerca de sus estudiantes, los posdoctorantes y visitantes a su laboratorio, pues ellos eran su mayor fuente de orgullo como científico. La anécdota es conmovedora, ya que refleja la estrecha relación y el compromiso que establecía con cada uno de sus estudiantes, y muestra que Lewontin se concebía formando parte de una comunidad que pensaba en el trabajo científico como resultado del esfuerzo colectivo. Incluso se veía a sí mismo evolucionando gracias a las interacciones que había sostenido con otros seres humanos, así como él transformó, en mayor o menor medida, a quienes interactuaron con él. Hasta siempre, biólogo dialéctico, científico de la gente, siempre abierto a escuchar. 

Referencias

Ayala, F. J., y Arp, R. (Eds.). (2010). Contemporary Debates in Philosophy of Biology. Wiley Blackwell.

Culliton, B. (1972). NAS: Academy Votes NRC Changes, New Formula on Classified Research. Science, 176(4034), 499-501.

Dietrich, M.R. (2021). Richard C. Lewontin: Pioneer of molecular evolution who campaigned against biological racism. Nature, 595, 489.

Levins, R., y Lewontin, R. (2015). El biólogo dialéctico. Ediciones RyR.

Lewontin, R. (1971). Why I Resigned from the National Academy of Sciences. Science for the People, 3(4), 6-8.