MARÍA ELENA ÁLVAREZ-BUYLLA ROCES
Directora General del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología
La pandemia de la covid-19 no sólo ha revelado con crudeza la fragilidad de la vida humana, sino que ha puesto de manifiesto las profundas desigualdades que surcan nuestra sociedad. Como el mítico Dédalo, nos encontramos encerrados en un laberinto que nosotros mismos construimos. Por ello, es necesario que los esfuerzos de investigación atiendan a los factores biológicos de la enfermedad, a sus dinámicas de propagación y generen mecanismos idóneos de control epidemiológico, pero también, simultáneamente, que se ocupen de las causas estructurales de las desigualdades sociales, que han hecho de este evento una catástrofe diferencial signada por la preexistente desigualdad económica, racial y de género.
En vista de lo anterior, consideramos necesario dedicar casi por completo el segundo número delBoletín Conacyt a explorar las ramificaciones del problema que representa la enfermedad causada por el virus del sars-CoV-2 al vincularse con los agravantes de salud y las enfermedades crónicas preexistentes en México; con la desigualdad y la exclusión social que derivan en situaciones de vulnerabilidad sanitaria; con las condiciones impuestas por el colonialismo, el capitalismo y el patriarcado, y, por último, con la relación voraz que el ser humano moderno ha establecido con la Tierra. De esta manera, buscamos privilegiar enfoques que permitan explicar las conexiones entre los sistemas de producción dominantes y el avance de nuevos microorganismos y virus que comprometen el equilibrio entre distintas poblaciones dentro de los ecosistemas.
A su vez, en estas páginas damos cuenta de las herramientas que hemos desarrollado desde la ciencia para hacer frente a los enormes retos del presente y destacamos la importancia de la colaboración internacional en el diseño e implementación de políticas dirigidas a mejorar la salud de las diversas formas de vida que habitan el planeta. Esto se traduce en un llamado a repensar el modelo de desarrollo actual, que exige erróneamente la capacidad de sustentar un crecimiento infinito a partir de recursos naturales finitos.
Estamos convencidos de que, para salir de este laberinto, no será suficiente confiar en los avances del desarrollo tecnológico, sino que se requiere la participación de todos los sectores de
la sociedad y de las instituciones que los representan para tomar decisiones acerca del rumbo colectivo que deseamos tomar. Para lograr este cometido, es fundamental establecer canales de diálogo entre distintos tipos de conocimiento situado que permitan vincular los saberes tradicionales con los nuevos avances de la investigación científica y humanística y, de esta manera, encontrar soluciones a largo plazo para los problemas que nos aquejan. Este intercambio abre la posibilidad de replantear nuestra relación con la naturaleza en aras de evitar que la hybris nos conduzca, como a Ícaro, hijo de Dédalo, hacia el abismo, y, en cambio, nos facilite construir colectivamente rutas para avanzar hacia la edificación de un futuro más justo.
Finalmente, anunciamos a nuestros lectores que debido a las complejas circunstancias actuales fue menester cambiar de semestral a anual la periodicidad del Boletín Conacyt.