LAS AGUAS SUBTERRÁNEAS TRANSFRONTERIZAS MEXICANAS

GONZALO HATCH KURI
Doctor en Geografía. Profesor del Colegio de Geografía, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México.

El mapa que a continuación se presenta ilustra los acuíferos transfronterizos que México comparte con los países limítrofes: 11 con Estados Unidos y 7 con Guatemala y Belice. Un acuífero transfronterizo, de acuerdo con la definición de la ONU (2008), es la «formación geológica permeable portadora de agua, situada sobre una capa menos permeable, y el agua contenida en la zona saturada de la formación. Esta formación geológica, puede además estar vinculada hidráulicamente con otros acuíferos, formando de esa manera un Sistema Acuífero Transfronterizo el cual, por su extensión geológica, puede tener diferentes partes situadas en distintos Estados». Como puede verse, esta definición privilegia la descripción de los acuíferos como formación geológica y deja en segundo plano la dinámica del agua subterránea. 

A pesar de que el agua subterránea es el pilar que sostiene nuestra seguridad hídrica, sus dinámicas no han sido suficientemente atendidas por los estudios especializados ni por la política hídrica regional, cuya atención está dirigida principalmente a los acuíferos, entendidos como formaciones geológicas. Esto se debe a la falta de claridad sobre el ciclo hidrológico y, específicamente, sobre el rol que en él cumple el agua subterránea, misma que representa el 97 % del agua continental físicamente accesible. Para ajustar las políticas hídricas y gestionar de manera sustentable este recurso, es necesario reconsiderar el funcionamiento del agua subterránea y obtener datos que permitan generar una representación cartográfica de su curso transfronterizo.

La consulta global Groundwater Governance de 2012 identificó que la gestión del agua subterránea en América Latina carece de un manejo integral. Hasta ahora, los registros de los pozos y manantiales son escasos, existe poca información disponible acerca de sus usuarios, la inversión para su gestión es baja y no existe suficiente personal calificado para elaborar planes de desarrollo sustentable. Para poder generar respuestas estratégicas ante esta difícil situación, el primer paso será estudiar rigurosamente los flujos de aguas subterráneas transfronterizas según los más altos estándares científicos y definir programas legislativos nacionales en concordancia.