La formación inter y multidisciplinaria de la ingeniera y del ingeniero agrónomo en la producción agroalimentaria

Edgar Omar Rueda-Puente
Universidad de Sonora,
Departamento de Agricultura y Ganadería.

Daniel Ruiz-Juárez
Mónica Gutiérrez-Rojas
Universidad Autónoma Metropolitana,
Departamento de Producción Agrícola y Animal.

Ramón Jaime Holguín-Peña
Centro de Investigaciones Biológicas del Noroeste,
Programa de Agricultura en Zonas Áridas.

Ingenieras e ingeniero en tareas de campo. Foto: Dr. Jaime Holguín

La producción de alimentos es uno de los mayores desafíos en el mundo. Los objetivos, como garantizar el abasto de alimentos de origen vegetal bajo los principios de sustentabilidad, sanidad, calidad e inocuidad, se engloban en el concepto de seguridad alimentaria, el cual, además de incentivar y resaltar la importancia de que la población tenga acceso a alimentos, también apunta hacia la necesidad de que éstos sean sanos, inocuos y de calidad en términos nutritivos. De lo anterior deriva la relevancia de la labor de las y los ingenieros agrónomos, pues son los encargados de desarrollar los sistemas de producción, incluso en situaciones limitantes provocadas por factores bióticos —plagas y enfermedades— y abióticos —clima, suelo y agua.

Debido a que esta profesión está presente en todos los ejes del sistema agroalimentario debe estar ligada a múltiples áreas del conocimiento para dar seguimiento al complejo sistema productivo. Esto obliga a la profesión a relacionarse con todos los agentes del agrosistema, principalmente, a la población campesina, productoras y productores, pequeñas, y medianas empresas (Pymes) que, en conjunto, con las grandes empresas interactúan para abastecer alimentos; sin dejar de lado el buen uso y manejo adecuado de los recursos naturales.

En el ejercicio de la profesión se debe tener la capacidad de integrar el conocimiento teórico, práctico y científico basado en el diagnóstico, hipótesis y análisis, a fin de plantear propuestas enfocadas en la mejora continua del agro. Su trabajo involucra una gran cantidad de disciplinas para preservar los recursos naturales (especialmente, el agua y el suelo) y el cuidado de las plantas, del medioambiente, de los trabajadores del campo y de la población en general. Además, debe entender los sistemas de comercialización, necesarios para establecer las estrategias de cada cultivo y la implicación costo-beneficio del uso de los insumos agrícolas.

Por lo anterior, las bases científicas de la profesión deben ser necesariamente interdisciplinarias tanto para poder incrementar la solidez del conocimiento agronómico como para actuar en los diferentes escenarios del sector agrícola con la información y tecnologías adecuadas. Por ejemplo, analizar el ambiente y microambiente de cada localidad, lo que influye en el comportamiento físico, químico y biológico de las plantas de interés agrícola condicionado por los diversos factores bióticos y abióticos.

Para formular, diseñar y ejecutar estrategias de producción a corto, mediano y largo plazo es necesario disponer de conocimientos relacionados con fitotecnia, zootecnia, economía, desarrollo rural, parasitología, pesquerías, acuacultura, horticultura, innovación, mecánica, manejo de plagas, floricultura, invernaderos, agricultura protegida, cultivos, sociología, la industria, arboricultura, biología molecular y robótica agrícola. Con este conjunto de saberes es posible gestionar proyectos productivos, interactuar con las comunidades del sector agrícola, administrar empresas agrícolas, desarrollar investigación y realizar transferencias en conocimiento tecnológico.

Integrar esta variedad de saberes, que incluyen a las ciencias y ciencias sociales, permite a la profesión a diferenciar las necesidades de los diferentes tipos de agricultura: tradicional, industrial y empresarial, de tal manera que, junto con la comunidad de productores, puedan establecer las estrategias adecuadas para maximizar los sistemas de producción. Esta labor de asesorar, investigar, gestionar y mejorar parte de los procesos productivos implica también un compromiso con el aprovechamiento y manejo racional de los recursos naturales y el desarrollo sostenible.

La formación inter y multidisplinaria de la profesión permitirá al profesionista enfrentar retos como garantizar la seguridad alimentaria al conformar los perfiles y competencias en materia agrícola, participar en las políticas alimentarias, hacer un adecuado y eficiente uso de la biotecnología y alcanzar una agricultura sustentable de la mano de la agricultura regenerativa para aplicarlo al campo mexicano y asegurar alimentos adecuados, de calidad y sanos para toda la población mexicana.