Cristina Barros Valero
Escritora, maestra, columnista y divulgadora, enfocada en la investigación sobre la cocina, historia y cultura popular mexicanas.
En la exposición De Saberes y Sabores participan 13 artistas plásticos y fotógrafos, cuya obra gira, en esta ocasión, en torno al maíz como un homenaje a los campesinos de ayer y hoy, quienes han hecho posible la extraordinaria biodiversidad de los maíces mexicanos.
¿Y por qué en el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) se realiza dicho homenaje? Porque el maíz es producto de un trabajo de largo alcance basado en la experimentación continua, que sigue presente en cada ciclo agrícola. Este proceso tuvo metas precisas cuyos resultados hicieron posible el maíz que hoy todos comemos y valoramos. Los biólogos actuales reconocen como una proeza el largo proceso de selección que hizo posible pasar de su ancestro, el teocintle, al maíz actual. Es excepcional y requirió, como bien afirma el doctor Antonio Turrent, por lo menos de mil años, esto es, 300 generaciones transmitiendo sus conocimientos de manera ininterrumpida. Como también afirma el doctor Alejandro Espinoza: “Varios siglos antes de que se conocieran las leyes de la herencia de Mendel, los mesoamericanos encontraron la forma de dar un salto tecnológico y entregarnos el maíz para bien de la humanidad”.
Se trata, hay que decirlo, de una planta de múltiples especializaciones, pues ha sido diseñada para desarrollarse en diversos ecosistemas (casi todos los de este país megadiverso), y para distintos usos en la cocina: totopos, tlayudas, pinoles, pozoles, palomitas, entre otros. La planta se utiliza, además, de manera integral. Hoy día, en cada parcela, los campesinos siguen seleccionando sus maíces, entre otras cosas, para hacer frente al cambio climático. Por eso la pérdida de su biodiversidad es una pérdida para la humanidad entera y no se puede permitir. Es por ello que una exposición del maíz tiene plena cabida en la sede del Conacyt. Este reconocimiento está inscrito en lo que algunos especialistas como Miguel Altieri, Eckart Boege, Enrique Leff y Víctor Toledo, han nombrado diálogo de saberes, entendido éste como una posición que se basa en el respeto y la práctica de relaciones horizontales y democráticas entre las personas.
El papel social, cultural y económico que juega el maíz en México es innegable. En forma de tortilla (producto de otra importante tecnología mexicana, la nixtamalización), es la principal fuente de hidratos de carbono de la mayoría de la población. Junto con el frijol, aporta los aminoácidos necesarios para una buena nutrición.
Por ello, ante las alarmantes epidemias de obesidad y diabetes en México, toda investigación que se realice en torno a la alimentación y a las maneras sustentables de producción de alimentos, (como es el caso de la milpa o de los huertos de traspatio), es indispensable en estos momentos por sus impactos sociales y económicos. Sumado a esto, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) ha planteado recientemente una innegable crisis ambiental mundial. Ante estas circunstancias, poner sobre la mesa el tema del maíz y la milpa, es más que un acierto.
Se conjugan en esta exposición un conjunto de conocimientos y saberes tradicionales bajo el ala del arte de un conjunto de fotógrafos y de artistas plásticos mexicanos.
Se destaca la participación del Maestro Francisco Toledo en esta muestra, como una de las figuras más comprometidas con la defensa, no sólo de la naturaleza –mostrándose así como un hombre sensible y de avanzada–, sino especialmente como un defensor de los maíces nativos mexicanos. La manera en que –desde su lugar privilegiado como uno de los más reconocidos artistas plásticos, no sólo en México sino en el mundo–, puso al servicio de la sociedad mexicana su prestigio y sus recursos de manera crítica pero constructiva, invitando a la reflexión. En los tiempos que corren se hace necesario no sólo realizar cada quien su labor poniendo lo mejor de sí mismo desde el lugar que le corresponda, sino que también parece indispensable compartir con la colectividad a la que pertenecemos, su lucha por formas de vida más justas, así como atender los problemas sociales que la aquejan. En un país como México esta es casi una obligación de orden moral y ético.
Ayer, el pleno del Senado de la República aprobó la Ley de Protección y Fomento al Maíz Nativo. Se declara además por decreto que el 29 de septiembre sea considerado Día Nacional de Maíz. Esto es resultado de una larga lucha, en la que han participado investigadores de las ciencias naturales y de las ciencias sociales, abogados, campesinos y campesinas, la sociedad en general. También artistas como los que hoy comparten generosamente su mirada sobre la cultura del maíz.