CARLOS ROSAS VÁZQUEZ
Unidad Multidisciplinaria de Docencia e Investigación (Sisal, Yucatán), Facultad de Ciencias, Universidad Nacional Autónoma de México
La península de Yucatán cuenta con una de las plataformas continentales más extensas de nuestro país (185 000 km2) y posee una profundidad que oscila entre los 2 y los 75 m. Esta plataforma tuvo su origen en movimientos tectónicos que, a su vez, facilitaron el crecimiento de grandes extensiones de arrecifes de coral, razón por la cual la mayor parte de su superficie está cubierta de sedimentos carbonatados provenientes de arrecifes antiguos. Esta característica le confiere a la plataforma de Yucatán una compleja estructura rocoso-arenosa que, gracias a la penetración de la luz solar, facilita la vida de una gran diversidad de algas y pastos marinos, así como de una miríada de invertebrados y peces, lo que da pie a interacciones ecológicas que son únicas en el golfo de México. Además, la península de Yucatán cuenta con un asombroso sistema de control de temperatura: una surgencia de agua fría baña la plataforma y provoca que, incluso en verano, en la zona frente a este estado el agua del fondo se mantenga entre los 22 y los 26 °C.
En este ambiente fascinante y ecológicamente complejo habita una de las especies de pulpo más abundante del planeta, el Octopus maya. Dicha especie, derivada de un ancestro que apareció hace aproximadamente 5 millones de años, está adaptada para vivir en el ambiente térmicamente estable de la península de Yucatán, por lo que ahí se sostiene una de las pesquerías de pulpos más importantes a nivel mundial, con una producción anual que oscila alrededor de las 30 000 toneladas. Debido a su importancia para la pesca, nuestro grupo de trabajo —conformado por investigadores del CICESE, de la Universidad Austral de Chile, del Tecnológico de Tizimín y de la Facultad de Ciencias de la UNAM— emprendió, hace más de 10 años, una serie de investigaciones que se enfocaron en la sensibilidad térmica de esta especie. Dicho proyecto buscaba analizar la capacidad de este molusco para responder positivamente a los cambios de temperatura que, predeciblemente, se presentarían en el futuro debido al calentamiento de los océanos.
Durante este tiempo hemos descubierto que, a pesar de ser una especie tropical, el Octopus maya es altamente sensible a la temperatura. Si ésta sube por arriba de los 27 °C, se limita el desove de las hembras, se deteriora la capacidad reproductiva de los machos y se altera el desarrollo de los embriones. Si la temperatura se mantiene por mucho tiempo (más de 40 días) por arriba de los 30 °C, puede incluso provocar la muerte de los individuos jóvenes. Los estudios llevados a cabo por el grupo han mostrado que, probablemente, los límites térmicos de los pulpos estén ligados a una serie de mecanismos involucrados en el manejo energético en las mitocondrias, sitio donde se produce el 90 % de la energía que requieren para poder responder a los aumentos de temperatura.
Estas investigaciones nos han llevado a plantear la hipótesis de que las altas temperaturas pueden tener efectos que se transmiten entre generaciones. Al respecto, hemos podido constatar que juveniles —individuos jóvenes— procedentes de hembras sometidas a temperaturas mayores de 27 °C son más sensibles a la temperatura que aquéllos procedentes de hembras no estresadas. Esto sugiere que las altas temperaturas no sólo tienen efectos sobre los individuos que las padecen, sino que podrían provocar cierto tipo de modificaciones heredables. A dichas modificaciones, que no alteran directamente la herencia genética, sino tan sólo la manifestación de algunos genes, se les denomina epigenéticas. Hasta ahora, los resultados de nuestras investigaciones sobre esta especie señalan que las alteraciones epigenéticas afectan la forma en que la progenie de madres térmicamente estresadas utiliza la energía, lo cual se manifiesta en tasas metabólicas aceleradas y un crecimiento más lento.
El proyecto de ciencia de frontera que ahora comienza tendrá como principal objetivo dilucidar si las alteraciones observadas en los juveniles de esta especie están ligadas a las limitaciones que impone la temperatura sobre el sistema de obtención de energía a nivel mitocondrial. Asimismo, se explorarán las posibles alteraciones epigenéticas que la temperatura ejerce sobre el manejo de la energía en la progenie proveniente de madres estresadas térmicamente.
Esta información, entretejida con los conocimientos generados por los estudios oceanográficos de la región, nos permitirá generar modelos para predecir, con un alto grado de confiabilidad, los posibles cambios en la abundancia y distribución de la especie en distintos escenarios térmicos de la península de Yucatán. La alimentación de modelos con información concreta acerca de la capacidad de respuesta del Octopus maya al cambio de temperatura puede ser de gran utilidad para desarrollar estrategias futuras de manejo de la especie. De esta manera, será posible establecer un nexo entre lo que ocurre en las mitocondrias de los pulpos, los cambios de la temperatura en el océano y el futuro de la economía pesquera de la costa de la península de Yucatán, de la cual depende más del 70 % del producto interno bruto de esta zona de nuestro país.