MARÍA ISABEL HERNÁNDEZ OCHOA
Doctora en Ciencias en la Especialidad de Toxicología. Investigadora del Departamento de Toxicología, Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav-IPN), Unidad Zacatenco.
MIGUEL BETANCOURT LOZANO
Doctor en Ciencias en la Especialidad de Ecotoxicología y Acuicultura. Profesor e investigador del Centro de Investigación en Alimentación y Desarrollo, A. C. (CIAD), Unidad Mazatlán.
Durante los últimos años ha crecido la preocupación por estudiar las afectaciones particulares que un individuo puede tener cuando se expone a contaminantes y también, más específicamente, por entender cómo estos efectos pueden transmitirse a la descendencia familiar e incidir en la salud de futuras generaciones. A esto último se le conoce como impacto transgeneracional. Este fenómeno se ocasiona cuando determinados compuestos tóxicos pasan de la madre al feto e incrementan la posibilidad de que los nietos y bisnietos desarrollen diversos tipos de enfermedades. Existen evidencias científicas que indican que el impacto transgeneracional puede afectar a los animales, lo que incluye por supuesto a los humanos. Por ello, resulta fundamental comprender el fenómeno con mayor precisión.
Para la comunidad científica, identificar los mecanismos que causan estos impactos de generación en generación es de vital importancia, pues sólo así pueden diseñarse estrategias de prevención efectivas. Esto resulta particularmente importante en el caso de los plaguicidas, compuestos tóxicos que se usan de manera intencional para incrementar la producción de alimentos y cuyos residuos, en muchos casos, tienen efectos nocivos para la salud de los productores e incluso, cuando permanecen adheridos a los alimentos, de los consumidores. Al ser compuestos tóxicos de uso extendido y con consecuencias significativas para todos los seres vivos que entran en contacto con ellos, estudiarlos de cerca resulta una tarea urgente. Por supuesto, cobran prioridad aquellos plaguicidas que permanecen mucho tiempo en el ambiente, que son muy utilizados o sumamente tóxicos.
Dentro de este contexto, nuestro grupo de investigación, conformado por numerosos científicos de diversas instituciones, se ha dado a la tarea de realizar este tipo de estudios en dos compuestos tóxicos que tienen características preocupantes: el clorpirifos y el glifosato. El primero es un insecticida del grupo de los organofosforados que, a pesar de ser altamente tóxico, todavía hasta hace poco podía usarse sin restricciones en los hogares y en la agricultura para controlar todo tipo de insectos. El segundo es el herbicida más utilizado en el mundo para el control de malezas, tanto en la agricultura como en los hogares, y puede aún comprarse libremente en tiendas de autoservicio.
Ambos compuestos tóxicos cuentan con antecedentes de posibles afectaciones reproductivas, reportadas por distintos grupos científicos. En particular, experimentos con animales de laboratorio han demostrado que pueden inducir alteraciones en órganos reproductivos, en hormonas y en la producción de gametos. Por lo anterior, nuestro grupo de investigación desarrolla un proyecto de ciencia de frontera que se titula: «Evaluación de los efectos transgeneracionales potencialmente heredados por la exposición a clorpirifos y glifosato en dos modelos de experimentación», y cuyo propósito es arrojar luz sobre esta compleja problemática. Dicha investigación, apoyada por el Conacyt dentro de la categoría de Medicina y Ciencias de la Salud, será llevada a cabo por un grupo de investigadores expertos en áreas como toxicología, ecotoxicología, problemática del uso de plaguicidas, epigenética, enfermedades metabólicas y biología de la reproducción sexual.
El proyecto se desarrollará a partir de dos modelos de experimentación, uno enfocado en el pez cebra y otro en el ratón de laboratorio, con la finalidad de comparar los efectos de ambos compuestos tóxicos en dos especies distintas. A diferencia de los estudios en poblaciones humanas —que por sí mismos generan información valiosa—, los estudios en animales de laboratorio permiten colectar tejidos y células para analizarlos directamente y evaluar distintas generaciones en un tiempo relativamente corto, así como analizar biomoléculas y parámetros que indican el funcionamiento celular y molecular.
Así, nuestro grupo de trabajo realizará estudios que reúnen a distintas áreas de conocimiento con el objetivo de comprender las alteraciones transgeneracionales —aquéllas que la progenie experimenta y no son producto de una exposición directa a los compuestos tóxicos, sino que responden a los cambios inducidos en las células sexuales de sus antecesores— causadas por el clorpirifos y el glifosato. Esto nos permitirá comprender las modificaciones que dichos plaguicidas producen en la reproducción sexual, al igual que su rol en la inducción de neurotoxicidad o de enfermedades metabólicas como la resistencia a la insulina.
Finalmente, la expectativa de realizar estudios de este tipo es producir conocimiento científico que sea utilizado en el proceso de toma de decisiones. De esta manera, las partes interesadas podrán tomar medidas para proteger a la población y al medio ambiente de los efectos a mediano y largo plazo de éstos y otros compuestos tóxicos.