La contaminación plástica en el Ártico

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Grandes cantidades de plásticos se han acumulado desde el auge de su producción en la década de 1950, pues debido a su bajo precio y durabilidad es un material ampliamente usado y fabricado. Estas características también son parte de las razones por las cuáles se han convertido en uno de los problemas medioambientales más urgentes. 

Cada año, entre 19 y 23 millones de toneladas métricas de residuos plásticos mal gestionados se transfieren de fuentes terrestres al agua en todo el mundo. Esto ha provocado que existan acumulaciones alarmantes para el funcionamiento de los ecosistemas y para el conjunto de organismos vivos que los habitan en todas las regiones del mundo; el Ártico no es una excepción.

En los últimos cinco años, se han encontrado altos niveles de contaminación plástica en la región Ártica. Ésta puede encontrarse en distintas formas, como el plástico flotante proveniente de las corrientes superficiales del océano a latitudes más altas, la mayoría se transporta al Ártico desde el Atlántico.

Los datos disponibles muestran que tanto desechos plásticos voluminosos como los microplásticos están ampliamente distribuidos en las aguas superficiales, esto debido a que el transporte de la contaminación viene desde el sur (corriente del Atlántico norte) y desde el norte (deriva transpolar), lo que hace probable que las cantidades de plástico sean mayores en la cuenca euroasiática.

Por otra parte, la densidad del plástico proveniente de los desechos municipales hace que más de la mitad se encuentre en el lecho marino a causa del hundimiento de este tipo de basura. Mientras que las altas cargas de microplásticos en el hielo marino del Ártico favorecen el transporte a escala de cuenca.

La vida silvestre se ha visto expuesta a la contaminación plástica generalizada en el Ártico, que se ha enfrentado a situaciones amenazadoras, como la ingesta, enredos y asfixia, esto ocurre en el mar y en la tierra, ya sea con escombros varados o con desechos de vertederos abiertos. Se ha estudiado que las 131 especies que habitan en la región ártica se ven expuestas a estos problemas.

La ingestión de desechos plásticos no siempre provoca daños directos, pero puede provocar desnutrición, lesiones internas, obstrucción del tracto intestinal (que causa inanición o ruptura) y, potencialmente, la muerte. Esto ha impactado a todos niveles de la cadena alimentaria en esta región, incluido el zooplancton.

En una variedad de invertebrados marinos, como anémonas de mar, estrellas de mar, camarones y gusanos tubulares se ha reportado la ingesta de microplásticos. Los primeros informes de que las gaviotas argénteas y el mérgulo lorito han ingerido plástico datan de la década de 1970, aunque en el total de las 51 especies que se reproducen en el Ártico se ha reportado el mismo problema. Aunado a esto, se ha encontrado plástico en peces del Ártico como la escorpina, el carbonero, el bacalao polar, el bacalao del Atlántico y el tiburón de Groenlandia. Hay sólo unos pocos registros de que los mamíferos del Ártico ingieran plástico, la mayoría son ballenas, incluidas cachalotes, belugas y ballenas de Groenlandia, mientras que en focas anilladas, focas barbudas y focas comunes se detectó consumo de microplásticos. Pese a que el conocimiento actual sugiere niveles de ingestión de plástico relativamente bajos en los mamíferos en general, aún no se puede afirmar una conclusión tajante con los datos actuales.

Otros efectos son los registrados en las especies bentónicas, que se encuentran en las profundidades del Estrecho de Fram, donde 45 % de los desechos plásticos observados causaron problemas, como el enredo, no obstante, se carece de datos sobre los efectos en este caso. Los utensilios de pesca enredados causaron abrasión de tejidos y mortalidad en esponjas, lo que hizo que los organismos fueran más susceptibles a los patógenos, la depredación y el crecimiento excesivo.

En los sistemas fuera del Ártico, hay pruebas abrumadoras de los efectos perjudiciales de la contaminación plástica para las personas, además de pruebas convincentes de los efectos para las poblaciones, comunidades y ecosistemas, lo cual ha demostrado el impacto de los microplásticos en varios niveles de organización biológica, incluido el estrés oxidativo, cambios en la expresión génica, inflamación y reducción de las tasas de crecimiento y reproducción. Aunque estos efectos también podrían aplicarse a especies árticas estrechamente relacionadas, ha habido poca investigación sobre los efectos ecológicos de los desechos plásticos en los ecosistemas árticos.

En la atmósfera, los microplásticos y nanoplásticos transportados por el aire también pueden incentivar la formación de núcleos de hielo y, por lo tanto, la formación de nubes, así como al cambio climático si contribuyen a atrapar en la atmósfera la radiación infrarroja de la superficie de la Tierra, en lugar de mejorar el reflejo de la luz solar. Este proceso es importante para el ciclo hidrológico, ya que más de 50 % de la precipitación terrestre se induce en la fase de hielo. A través de la precipitación atmosférica y el agua de deshielo de los glaciares, los microplásticos también podrían penetrar y afectar el permafrost y ser liberados a los ríos y al Océano Ártico con la aceleración del deshielo del mismo. Los microplásticos transportados por el aire también se han infiltrado en la nieve de los glaciares, afectando potencialmente su absorción de luz, sus propiedades estructurales y, por lo tanto, podrían promover el rápido derretimiento continuo de los glaciares: la principal causa del aumento del nivel del mar.

Además, las crecientes cantidades de partículas plásticas liberadas en el agua, junto con las sustancias poliméricas extracelulares de las algas del hielo, podrían promover la formación de heteroagregados, lo que afectaría la disponibilidad de nutrientes y la turbidez en los hábitats de las comunidades de cianobacterias y fitoplancton. Este declive en la población puede reducir el secuestro de carbono en la atmósfera y, por ende, alentar aún más el cambio climático.

Los casos anteriores muestran que la presencia de plásticos en la región ártica puede potenciar el cambio climático. Por ello, para emprender acciones que hagan frente, mitiguen y reviertan este problema es necesario conocer las fuentes de origen. La contaminación plástica es un problema transfronterizo, especialmente en el Ártico, porque proviene tanto de fuentes distantes como locales. Por lo tanto, el problema debe abordarse a nivel regional e internacional.

Referencias

Bergmann, M., Collard, F., Fabres, J., Gabrielsen, G. W., Provencher, J. F., Rochman, C. M., Van Sebille, E., y Tekman, M. B. (2022). Plastic pollution in the Arctic. Nature Reviews Earth & Environment. https://doi.org/10.1038/s43017-022-00279-8