MARIO EDGAR LÓPEZ RAMÍREZ
Doctor en Ciencia Política. Investigador del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Occidente, Universidad Jesuita de Guadalajara. Coordinador del Pronaces Agua del Conacyt.
Para comprender desde una visión amplia la gestión del agua en México, es necesario tomar en cuenta que depende directamente de la articulación de tres ámbitos: el de la gestión púbica, el de la gestión privada y el de la gestión social. A su vez, cada uno está formado por grupos con intereses y agendas distintas, por lo que la gestión global depende, en última instancia, del balance de fuerzas entre ellos y de los consensos que conformen el núcleo de preocupaciones compartidas.
Una sistematización interdisciplinaria de información acerca de la gestión del agua en el país, realizada entre 2019 y 2020, analizó la forma en que se articulan las principales políticas públicas de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), las propuestas y acciones de los sectores privados, las demandas de organizaciones no gubernamentales y los intereses de los afectados ambientales, los movimientos sociales y las comunidades.
Los resultados permiten estimar que la gestión del agua se encuentra actualmente organizada y jerarquizada de manera que el ámbito principal es el de la gestión pública, el segundo en prioridad es el de la gestión privada y el último es el de la gestión social.
Gracias a los análisis desarrollados por este grupo de especialistas, involucrados en el Programa Nacional Estratégico Agua (Pronaces Agua), se pudo establecer que la principal prioridad en el ámbito de la gestión pública es el abastecimiento urbano, agrícola e industrial; le siguen, en orden descendente, el diseño de tarifas para el cobro, la protección del derecho humano al agua y al saneamiento, el desarrollo de infraestructura hidrosanitaria y, en quinto lugar, el abastecimiento de las fuentes de agua y el equilibrio de ecosistemas. En el ámbito de la gestión privada, la prioridad es la expansión continua de las fronteras de inversión en el sector hídrico y el acaparamiento de las concesiones para usos agrícolas e industriales del agua mediante negocios público-privados, lo que normalmente trae consigo la apropiación de este recurso y el despojo de territorios. Por último, el ámbito de gestión social tiene como prioridad el diálogo y el debate entre afectados ambientales y expertos e investigadores aliados, y, a su vez, el planteamiento de dudas razonables sobre las políticas públicas relacionadas con la administración de los recursos hídricos. La meta principal de este último ámbito es garantizar la supervivencia de modos de vida y de organización social no plenamente subordinados a la lógica del mercado; pero, al ser el tercero en importancia, su influencia es limitada.
El principal problema al que nos enfrentamos es que el «núcleo», o espacio de consenso de los intereses antes señalados, está fuertemente determinado por una lógica mercantil cuya única prioridad es el cuidado del agua superficial en cuencas. Esto conlleva un mal manejo de los recursos hídricos, pues no se consideran los impactos ambientales y sociales del cambio climático. Debido a que actualmente se presta poca atención a la dinámica del agua subterránea y al agua de lluvia, es decir, al ciclo del agua en su conjunto, se pierden de vista los problemas de raíz que comprometen la disponibilidad de dicho recurso.
Para solucionar los problemas presentes y desarrollar un mejor modelo de gestión del agua en México, es necesario, como primer paso, reorganizar las prioridades de la gestión pública. Ésta debe preocuparse, en primer lugar, del cuidado de las fuentes de agua superficiales, subterráneas y de régimen de lluvia, pues con ello se podrá asegurar el abastecimiento urbano, agrícola e industrial de manera sustentable, y no de forma irresponsable como se ha hecho hasta ahora. Esta reformulación permitirá también hacer planes integrales de manejo del agua para lidiar con el cambio climático. De esta manera, al alterar las prioridades del ámbito de mayor influencia, este líquido dejará de ser un producto destinado a satisfacer demandas mercantiles y pasará a ser un medio para preservar toda forma de vida, humana y no humana. Como segundo paso en esta transformación, es necesario invertir el orden de prioridad de los dos ámbitos restantes, es decir, colocar el ámbito de gestión social en el segundo lugar de importancia y el de gestión privada en tercer lugar.
Así, las políticas nacionales de gestión pública estarán dirigidas, en primer término, al cuidado de las fuentes (cuerpos de agua superficiales, sistemas gravitacionales del agua subterránea, ciclos regionales de precipitación y caudales ecosistémicos) y, en segundo, a la protección del derecho humano al agua. Además, con la inversión de posiciones entre la gestión privada y la gestión social, será más fácil la labor de plantear dudas razonables sobre las políticas públicas desarrolladas y se podrá fomentar la participación ciudadana. De esta manera, la gestión privada participará únicamente en áreas complementarias a la gestión pública y social, respetando los derechos de los seres humanos y de las comunidades.
El Pronaces Agua del Conacyt busca responder a esta nueva forma de gestión del agua en México. Por ello, considera necesario transformar los modelos actuales de investigación, con el objetivo de que la actividad científica colabore con el desarrollo de soluciones concretas a los grandes problemas nacionales en torno al agua. Así, mediante una incidencia consistente y a través de la colaboración estrecha con las comunidades y los actores populares, el Pronaces Agua busca que el cuidado de las fuentes de agua se fortalezca como prioridad de Estado.