Arribazón de sargazo a las costas mexicanas
- Los arribazones de sargazo en el Caribe mexicano son de dimensiones inusitadas y los estudios científicos sugieren que éstos podrían ser recurrentes.
- El sargazo acumulado en la playa se descompone produciendo ácido sulfhídrico que emite un intenso olor fétido y puede alcanzar niveles serios de toxicidad para los humanos. El sargazo está afectando severamente a ecosistemas, especies de alto valor biológico, la pesca y al turismo de playa.
- En México nos hemos enfocado en recolectar el sargazo en las playas pero debemos encaminarnos a la recolección en el mar por medio de métodos de detección y de alerta temprana.
- México tiene ante sí la oportunidad estratégica de apropiarse del sargazo como un recurso biótico nacional que, con el desarrollo de tecnologías, podría ser una fuente de biomasa para la producción de biogás, fertilizantes y mejoradores de suelos, entre otros.
- En México actualmente se cuenta con un consejo asesor honorario para analizar integralmente la proliferación del sargazo y definir una agenda científica, tecnológica y de innovación para su atención.
- Es fundamental la conformación de un consorcio de países de la región que busque el establecimiento de tratados internacionales para la regulación de la contaminación que llega a los mares.
Las especies Sargassum natans y Sargassum fluitans habitan las capas superficiales del mar. Estas inmensas masas flotantes de algas cumplen funciones ecológicas importantes, pues ofrecen áreas de descanso, reproducción, alimentación y transporte para otras especies, y son base de las redes alimenticias en el mar.
Al ser un organismo flotante, el sargazo se mueve a través del océano arrastrado por el viento y las corrientes marinas y ocasionalmente arriba de forma natural a las costas. Sin embargo, desde 2011 se ha observado un crecimiento masivo y sostenido de las poblaciones de estas especies en el Atlántico, hasta alcanzar una longitud de 8,850 kilómetros en 2018 (aproximadamente la distancia que existe entre la CDMX y la Patagonia), formando al que se ha llamado el “Gran Cinturón de Sargazo” con una biomasa aproximada de 20 millones de toneladas; cifra equivalente a 10 veces el total de la pesca y la maricultura anual nacional. Es probable que el origen de este fenómeno sin precedentes esté vinculado con el cambio climático y otras alteraciones ambientales antropogénicas a escala global.
El Gran Cinturón de Sargazo se origina en la costa de África occidental y es desplazado por corrientes marinas hacia América. Estas macroalgas encuentran condiciones favorables para su crecimiento por la precipitación de polvo proveniente del desierto del Sahara y la gran cantidad de nutrientes que encuentran a su paso hacia el caribe. En su camino, esta enorme masa cruza por la desembocadura del Amazonas y las inmensas masas flotantes de sargazo son arrastradas hacia el norte a través del Mar Caribe.
Los arribazones de sargazo a las costas de México y otros países del Gran Caribe, es evidencia de un cambio ambiental global de dimensiones colosales que se ha convertido en una seria amenaza económica, social y ambiental para el país.
La enorme cantidad de sargazo hacinado sobre las costas ejerce impactos severos sobre ecosistemas y especies de alto valor biológico. Ejemplo de ello son las alteraciones observadas sobre la 2ª barrera arrecifal más grande del mundo, el Sistema Arrecifal Mesoamericano, donde tanto el arrecife, como las praderas marinas se ven seriamente afectadas debido a que la capa de sargazo sobre la superficie del agua impide el paso de la luz, además de que su descomposición reduce la concentración de oxígeno disuelto en el agua.
Por otra parte, el impacto al turismo de playa en toda la región caribeña es preocupante. Con la llegada masiva de sargazo, las playas pierden su componente escénico y con ello el valor de uso turístico. Por ello, los prestadores de servicios turísticos y la población local han reaccionado de diversas formas tratando de mitigar sus impactos.
En México, los esfuerzos se han centrado principalmente en la recolección de la biomasa sobre las playas, principalmente en aquellas de importancia turística, pero no se han sentado las bases para enfrentar el problema a largo plazo. Por los impactos secundarios, la recolección de sargazo en playa es un escenario no deseable. En todo caso, los esfuerzos deben encaminarse en su recolección o desvío en el mar previo al arribazón y el inicio del proceso de descomposición en las playas.
En ocasiones, el sargazo se ha recolectado y trasladado a zonas de menor importancia turística o tiraderos clandestinos, creando ambientes insalubres y afectaciones severas a los mantos freáticos debido al carácter poroso del suelo de la región. Por tanto, si los esfuerzos continúan centrados únicamente en la mitigación de la emergencia a corto plazo, difícilmente se alcanzará una solución eficaz para un fenómeno complejo y recurrente.
Para que México pueda apropiarse del sargazo como un recurso biótico nacional, es indispensable dar un impulso decisivo hacia a la consolidación de una industria nacional para el aprovechamiento sustentable y regulado de este recurso. Por lo anterior, es preciso incentivar el desarrollo tecnológico hacia el uso local y regional, así como la generación de cadenas de valor.
El sargazo podría ser utilizado para la producción de biogás, fertilizantes, mejoradores de suelos, alimentos, forrajes, materiales biodegradables, entre otros. No obstante, la investigación científica necesaria para definir tecnologías y rendimientos, así como para descartar diversos grados de contaminación por metales pesados o alguna otra sustancia que impida su uso, aún es incipiente. De cualquier forma, por razones de salud ambiental y salud pública, el Estado Mexicano debe garantizar la gestión adecuada del sargazo aun cuando no hubiere interés industrial para su transformación. Por ello, su rol como promotor de la investigación científica y tecnológica en busca de alternativas para el aprovechamiento de este recurso es incuestionable.
La evidencia científica sugiere que los afloramientos masivos de sargazo se han convertido en la nueva norma y que el Gran Cinturón de Sargazo llegó para quedarse. La tendencia muestra arribazones estacionales en México, siendo la temporada más crítica entre los meses de mayo a septiembre. La implementación de un amplio programa de investigación interdisciplinaria de largo plazo es ineludible. Este enfoque debe acompañarse de acciones para la atención del problema en periodos críticos, sin cejar en los periodos intermedios, con el fin de continuar fortaleciendo las capacidades instaladas en el país en forma progresiva.
En la atención a esta problemática, la colaboración internacional reviste una importancia incuestionable, pues se trata de un reto que traspasa fronteras. Es fundamental la conformación de un consorcio de países de la región que busque el establecimiento de tratados internacionales para el entendimiento del fenómeno, su aprovechamiento y la regulación de la contaminación que llega a los mares, ya que ésta pudiera incentivar el incremento masivo del sargazo. El gobierno federal tiene ante sí la oportunidad de impulsar la elaboración de una agenda de cooperación nacional e internacional que genere acuerdos multilaterales para la protección de los ecosistemas marinos, que puedan a su vez articularse con otros acuerdos existentes como el Convenio sobre Diversidad Biológica que opera bajo el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), entre otros.
México posee la suficiente capacidad institucional, así como talento técnico, científico, industrial y de mercado para enfrentar esta emergencia a través de la generación de soluciones efectivas y perdurables. En 2019 se conformó un Consejo Asesor honorario para analizar integralmente esta situación y definir una agenda científica, tecnológica y de innovación para la atención de la proliferación del sargazo. Esta iniciativa busca acompañar y orientar las acciones del Gobierno Federal, con la intención de actuar con eficacia y prontitud, mediante una fina planeación.
Es preciso reconocer que nos enfrentamos a un fenómeno intermitente, por lo que los periodos intercríticos deben ser aprovechados activamente para fortalecer y dar continuidad a las acciones coordinadas, en el entendido que es sólo cuestión de tiempo para la llegada de la siguiente arribazón.
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