La última década se ha caracterizado por un aumento de grandes volúmenes de datos electrónicos derivados de las investigaciones en salud, datos ómicos, registros de salud, datos de seguimiento del paciente, que en su conjunto se denominan “Big data” que se almacenan de forma desarticulada en diferentes repositorios. El análisis integrativo de todo el espectro desde la generación hasta el punto final del análisis de los datos permite reducir las desigualdades, mejorar la atención de los pacientes, evaluar intervenciones, informar la toma decisiones y optimizar los sistemas de salud, así como fomentar la colaboración y el enfoque estratégico entre diferentes disciplinas y sistemas de salud. Sin embargo, el aprovechamiento del potencial de estos datos es limitado, debido a importantes obstáculos, tales como, la capacidad limitada para estandarizar datos, los desafíos en la vinculación de grandes bases de datos, la interoperabilidad e integración del expediente clínico electrónico y las buenas prácticas en la gobernanza de los datos para convertirlos en un bien público.

De acuerdo con la evaluación SCORE-WHO sobre indicadores de salud para el desarrollo sostenible, México debe incrementar sus capacidades en las encuestas de población y monitoreo de riesgos sanitarios, así como habilitar el uso de datos para políticas y acciones (WHO, 2021). Esta realidad representa una necesidad urgente de trabajo colaborativo entre los generadores y los expertos en el análisis de datos, tal como se está impulsando por el Programa Nacional Estratégico de Salud a través de su Pronaii de Ciencia de Datos y Salud. Este proyecto nacional reúne un grupo de 11 líderes académicos en el campo y 166 colaboradores de 30 instituciones nacionales e internacionales que desarrollan 11 proyectos enfocados al análisis y vinculación de grandes bases de datos del sector salud y, su transformación en indicadores de salud e información útil, accesible y comprensible en beneficio de la salud de las personas.